Recientemente se dio a conocer que artistas de regional mexicano que cantan corridos, tomaron la decisión de dejar de hacerlo. Y es que en semanas recientes, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, señaló que no iban a prohibir el género pero que estos tenían que hablar de amor y dejar aún lado el tema de la delicuencia organizada. Sin embargo ¿esto ayuda al problema?

De unos años para acá, artistas como Peso Pluma, Natanael Cano o Junior H, han logrado posicionar su música en los primeros lugares de las listas más prestigiosas de todo el mundo. Lo malo, es que muchas de estas tienen letras que hacen apología a la delincuencia organizada. Lo bueno, es que el género no ha parado de ganar oyentes mensuales en todo el mundo. 

Tanto ha sido su auge, que este fin de semana Junior H ha cantado sus clásicos corridos en Coachella, uno de los festivales más importantes en la industria. Por otro lado, Peso Pluma se ha consagrado como una figura importante en la industria, cosa que ha incomodado a muchos por el contenido de sus letras. Pero antes de satanizar, vamos a sumergirnos en la historia y en cómo la delincuencia organizada es algo más profundo que las canciones de corridos tumbados. 

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Corridos, un reflejo de la historia del país

Los corridos son canciones que cuentan historias ya sean reales o ficticias. Estos han estado presente en nuestro país desde el siglo XIX y se consideran como una crónica cantada de tragedias, injusticias, héroes, batallas y otros temas. Con el paso del tiempo estos se adptaron a la música norteña, siendo Los Tigres del Norte los máximos exponentes que contaban problemas sociales como la migración y el sueño americano.  

Fue en los 80 y 90 cuando de los corridos nació el género: narcocorridos. Este, como su nombre lo dice, narra historias, hazañas y problemas que había dentro del crimen organizado. El más popular es ‘El Jefe de Jefes‘, que aunque su autor ha dicho que es para cualquier persona, se sabe que este se adjudicó a Miguel Ángel Félix Gallardo, fundador de el Cartel de Guadalajara, uno de los grupos delictivos más fuertes e importantes de México en esa época. 

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Los narcocorridos también fueron censurados en su momento y conforme pasaron los años, nacieron los corridos tumbados. Estos últimos fueron creados por Natanael Cano y mezclan el trap, hip hop, reggaetón, urbano y la base clásica de los corridos. Lo que los hace diferente es la forma en la que se hablan ahora sobre los capos, el esfuerzo para salir del barrio, los lujos, dinero y excesos. 

La delincuencia organizada, un problema de más de 40 años en México

Una vez ya conociendo la historia de los corridos vamos a la de la delincuencia organizada. Y es que varios políticos han asociado este problema con los corridos tumbados. Resulta y resalta, que de acuerdo a los registros, el primer cártel fue el de Golfo que se creó en 1930. Posteriormente fue el Cartel de Guadalajara, que nació a finales de los años 70 y a inicios de los 80, convirtiéndose en uno de los más poderosos. Tras la captura de su líder, este se fragmentó en varios como el Cartel de Sinaloa y el Cartel de Tijuana. 

Ahora bien, la delincuencia organizada se nutre de factores económicos, sociales y políticos profundos. Muchas personas, con falta de oportunidades, se unieron a estos grupos para conseguir dinero, pues las drogas le daban más ingresos que las cosechas. 

También, estos grupos pudieron avanzar gracias a la corrupción y complicidad que tenían con algunos gobernantes, militares y servidores públicos que con sobornos, protegían sus rutas de comercio. Con el abandono del Gobierno, este problema social se conviertió en una cultura y se normalizó en las personas que crecieron con ella. 

¿Prohibir quita el problema de raíz?

Es importante mencionar que los corridos tumbados o narcocorridos, reflejan una realidad social que ya existe. Son una expresión artística de lo que se vive en ciertas regiones, no el origen de la violencia ni del crimen. Atacar la música no resuelve los problemas estructurales como la pobreza, la falta de oportunidades o la corrupción que vivimos actualmente en México. 

Los corridos tumbados no son la causa del nacotráfico ni muchomenos inventaron la violencia. Sin embargo, sí romantizan ciertos aspectos de una dolorosa realidad, justo como lo hacen las películas o series especializadas en este tema. Las música puede ser parte del debate cultural pero no es la raíz ni la solución a un problema que México lleva arrastrando desde los 80. 

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Recordemos que los corridos tumbados pueden llegara ser parte de la vida diaria, si se prohiben, podría traer efectos más complejos. Se ha comprobado que hacer esto, no elimina un problema social, al contrario, lo empuja a la clandestinidad y lo hace ver más atractivo. 

Por otro lado podría ciminalizar más a los sectores populares y llevarse a otros espacios clandestinos, justo como pasó con géneros como el punk o el rock. La censura abre la puerta a limitar otras formas de arte, opinión o crítica social. Hoy son los corridos, pero mañana podrían ser libros, películas o cualquier manifestación cultural que no encaje con una narrativa oficial.

Así que lo que se podría hacer es crear una conciencia y educar sobre los riesgos y peligros que tiene el crimen organizado. Y eso es algo que le toca a los Gobiernos, no a los artistas. 

Escuchamos músiquita a todas horas. Nos gusta el reggaetón, rock, metal, k-pop y todo el regional mexicano.